Para mí, el postparto es como un camino tortuoso cuyo destino es la felicidad. Cuando das a luz piensas que el final del recorrido es el parto, el momento en que reconoces cara a cara qué es un milagro. Pero, ese es solo el final de una etapa y el inicio de otra.
Como todo nuevo camino que se emprende, uno siente mucha ilusión por lo que irá descubriendo, tal vez un poco de nervios y temor por lo desconocido; pero siempre mucha emoción. Inicié el camino del postparto, entonces, con mucha alegría e invadida por una inyección de adrenalina que me mantenía enérgica. Pienso que gran parte de eso se dio gracias a la medicación contra el dolor que todavía permanecía en mi cuerpo. Pero este efecto duró poco.
Al día siguiente de conocer a Ignacio, un fortísimo dolor se apoderó de mi cuerpo y de mi mente. Sentía que no podía y no debía moverme. "Debe empezar a caminar" me decían las enfermeras. ¿Cómo podría caminar si ni siquiera podía incorporarme unos cuantos centímetros? Me resistí, no me moví. Una amiga que es doctora y que fue a visitarme me dijo que si no empezaba a caminar el dolor crecería. No entendía tremenda incoherencia. Pero el temor de que el dolor fuera más fuerte hizo que decidiera combatirlo. Saqué fuerzas y empecé a caminar. Si me hubieran visto, parecía una viejecita al recorrer los pasillos de la clínica.
Los senos me empezaron a doler también. No solo mientras lactaba el bebe, sino todo el tiempo. Se habían convertido en un par de piedras que no podía cargar. Si quería dormir de costado, sentía que uno de ellos se iba a desprender, era una sensación horrible. Pero pensaba que era normal. A los pocos días, me di cuenta de que no podía estar más equivocada porque me dio mastitis. Nadie me dijo que en realidad mis senos estaban congestionados, que el bebe no cogía bien y que debía sacarme la leche para evitar la obstrucción mamaria.
Y eso es solo la parte física. La parte emocional fue la más difícil de equilibrar. Afloró en mí un sentimiento que me parecía insólito, pero muy real: no quería ver al bebe. Lloraba porque no me quería sentir de esa manera, pero la sensación no se iba. Mi esposo supo darle en esos días el cariño y alegría a mi hijo que yo no pude. No sabía cuál era el destino final de ese camino tan duro que estaba recorriendo, pensaba que quizás nunca disfrutaría el ser mamá o que quizás tomaría mucho tiempo. Mi mamá me decía que todo iba a pasar, que pronto me sentiría mejor; pero lo único que yo pensaba era en cuándo terminaría esa tortura. Hasta que empecé a leer y conocer de amigas y de diferentes experiencias por internet que lo que yo sentía lo habían sentido también otras mamás. Que realmente pasaría, que después lo disfrutaría. Me costaba creerlo, pero al menos tenía la certeza de cuál sería el destino.
Poco a poco mi cuerpo se fue acomodando, las emociones se fueron equilibrando y poco a poco la felicidad fue develando su rostro. Cuando llegué al destino, sentí que había triunfado y que, a pesar de que fue duro, recibía un premio que podía finalmente disfrutarlo a plenitud.
Para mi tambien fue mas dificil el postparto que el parto en realidad, pues la cesarea fue rapidisima y ni la senti. Nunca tuve por suerte ese sentimieno de no querer ver a Nicole porque creo que la angustia de que yo no estaba completamente sana era mas grande. Lo que si no puedo negar es que a mi me ayudaron mucho con el tema de la lactancia materna, es increible pero en el Peru se conoce muy poco y lo digo con conocimiento de causa. Los medicos no lo saben y las enfermeras ni obstetrices estan bien documentadas, pues en realidad no hay una escuela en eso. Jamas vi en mis anios de estudiante ni internado de medicina lo que aprendi sobre las tecnicas de lactania materna que me enseno una enfermera especialista en eso cuando di a luz en Montreal me quede boca abierta yo y mi hermana a la que se lo dictaron gratuitamente. Yo estaba a punto de hacer una mastitis y ella hizo q la bebe me drenara toda la leche al comienzo con un dolor y luego de 2 minutos mis senos estaban blandos y el dolor se fue. Le ensenan al bebe a agarra bien el pezon. Jamas me volvieron a doler los senos, nunca me sangraron los pezones ni se agrietaron.
ResponderEliminarOlivia!!!!!!! felicitaciones por tu blog, estoy encantada con él, tus experiencias y lo que comentas, cariños Diana
ResponderEliminarGracias Janet por tu comentario. Sé que aquí la Liga de la Leche hace una gran labor gratuita y a través de voluntarios, pero no por experiencia propia. Seguro que en Montreal tienen más años tomando conciencia sobre este tema y por eso hay más expertas. Diana, mil gracias por visitarme y dejar un comentario.
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